Por ahí me dijeron: "por lo menos en tu carrera tratan temas que son netamente aplicables"...mmm, digamos que sirve para detenerse un pocum y ver como estamos.
Otro fragmento de algún ensayito...esta vez sobre el destape que vivió Chile trás el paso a la Democracia....Democracia?...bastante cuestionable, pero en fin...ahí va.
El tema de la transición a la democracia, y paralelamente del cambio de mentalidad que ocurrió en gran parte de la población nacional, se ve claramente reflejado en el artículo llamado “Destape, parcialmente nublado” de Martín Hopenhayn. Es aquí donde podemos observar varios hechos acontecidos en nuestra sociedad de los noventa y tiempo después, donde estos actos tuvieron un gran peso en relación a la forma de pensar a la que estábamos acostumbrados y como se fue dando su evolución. Así, dentro la población se comenzaron a generar expectativas de que en realidad el cambio era posible, y que esto podía generar transformaciones sociales de gran importancia, tanto para su propio bien, en lo personal, como también en temas más colectivos. En este proceso, sin duda alguna, los “mass medias”, es decir, los medios de comunicación cumplieron un importante rol, al ser fuente de información y de una u otra forma, contribuir a la apertura de mente en la población de los noventa. De esta forma han establecido relaciones posibles entre las transformaciones socio-políticas acontecidas en nuestro país, durante las últimas décadas, y la población, ayudando a generar referencias interpretativas en relación a tales cambios.
Acompañando a estos procesos, netamente propios del país, gran responsabilidad sobre el llamado “destape” de Chile, cae en la Globalización y su consiguiente “Modernidad”. De esta forma es oportuno evidenciar, como la visión o “mentalidad” nacional, se ve influenciada, por la masificación de medios de comunicación, mercados de producción, lazos internacionales en relación a economía, entre otros; factores que sin duda han cambiado los criterios de Chile, más bien conservadores, por unos de nivel más “universal”.
Es así, que como resultado de factores como los antes mencionados se ha presentado en Chile, una nueva visión, una nueva mentalidad que ha llevado, sin duda, a desarrollar nuestras vidas de una forma tremendamente distinta a como se vivía en décadas anteriores a los noventa. Hace diez años era recurrente encontrar discursos limitados por el carácter represivo y reprimido que caracterizaba a nuestra sociedad. Hoy resulta común encontrar información, establecer conversaciones y gestionar incluso programas de gobierno, en relación a temas que anteriormente estaban en una especie de “baúl” y de los cuales hablar resultaba bastante problemático. Temas como el aborto, la aceptación homosexual, las relaciones prematrimoniales, los embarazos juveniles, la violencia intrafamiliar, en fin, temas que ahora parecen tan comúnes y frente a los cuales no existe temor a dar nuestra opinión.
Pero estos cambios no sólo se han reflejado en opiniones, se ha dado el caso de que los valores e ideales de las personas también han sufrido variaciones, lo que consiguientemente provoca, de forma directa, cambios en las acciones de estos. Es así, como los jóvenes de hoy manifiestan diametrales respuestas ante cosas relacionadas, por ejemplo, con religión y política, en comparación con los jóvenes de antaño. Y esto, como ya anteriormente señalamos, se debe a las poderosas redes interactivas en que se desenvuelven. Cuentan con numerosas fuentes de información al alcance de sus manos, lo que inevitablemente, provoca que acepten y adopten distintos estilos de llevar su vida. Viven “bombardeados” de situaciones que finalmente provocan una especie de “inmunidad” ante la sorpresa, por esto no les resulta dificultoso entender tendencias poco usuales, que para los adultos son consideradas “anormales”.
Acompañando a estos procesos, netamente propios del país, gran responsabilidad sobre el llamado “destape” de Chile, cae en la Globalización y su consiguiente “Modernidad”. De esta forma es oportuno evidenciar, como la visión o “mentalidad” nacional, se ve influenciada, por la masificación de medios de comunicación, mercados de producción, lazos internacionales en relación a economía, entre otros; factores que sin duda han cambiado los criterios de Chile, más bien conservadores, por unos de nivel más “universal”.
Es así, que como resultado de factores como los antes mencionados se ha presentado en Chile, una nueva visión, una nueva mentalidad que ha llevado, sin duda, a desarrollar nuestras vidas de una forma tremendamente distinta a como se vivía en décadas anteriores a los noventa. Hace diez años era recurrente encontrar discursos limitados por el carácter represivo y reprimido que caracterizaba a nuestra sociedad. Hoy resulta común encontrar información, establecer conversaciones y gestionar incluso programas de gobierno, en relación a temas que anteriormente estaban en una especie de “baúl” y de los cuales hablar resultaba bastante problemático. Temas como el aborto, la aceptación homosexual, las relaciones prematrimoniales, los embarazos juveniles, la violencia intrafamiliar, en fin, temas que ahora parecen tan comúnes y frente a los cuales no existe temor a dar nuestra opinión.
Pero estos cambios no sólo se han reflejado en opiniones, se ha dado el caso de que los valores e ideales de las personas también han sufrido variaciones, lo que consiguientemente provoca, de forma directa, cambios en las acciones de estos. Es así, como los jóvenes de hoy manifiestan diametrales respuestas ante cosas relacionadas, por ejemplo, con religión y política, en comparación con los jóvenes de antaño. Y esto, como ya anteriormente señalamos, se debe a las poderosas redes interactivas en que se desenvuelven. Cuentan con numerosas fuentes de información al alcance de sus manos, lo que inevitablemente, provoca que acepten y adopten distintos estilos de llevar su vida. Viven “bombardeados” de situaciones que finalmente provocan una especie de “inmunidad” ante la sorpresa, por esto no les resulta dificultoso entender tendencias poco usuales, que para los adultos son consideradas “anormales”.